sábado, 25 de mayo de 2019

El tutor y la familia


Tanto el tutor como la familia de los niños son agentes muy importantes en su proceso de desarrollo y aprendizaje. Son las personas con las que más tiempo pasan, y por ello son los que deben dirigir el comportamiento y desarrollo de este. Para llevar una actuación conjunta, es fundamental que exista una comunicación constante entre ellos.

Hay varios estilos de comunicación entre los padres y los tutores, los cuales vimos en clase de Educación y Sociedad durante la exposición de un trabajo. Además, vienen también especificados y explicados en el siguiente vídeo:



Este vídeo aporta información sobre dos estilos o modelos distintos de comunicación:

En primer lugar habla del modelo agresivo: los interlocutores se mantienen distantes, emplean un tono de voz elevado y agresivo, invaden el espacio personal del otro, no se respetan el turno de palabra y se culpabilizan el uno al otro.


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Un ejemplo de este modelo sería el siguiente: mi tía en una ocasión me contó que cuando fue a hablar con el maestro sobre el comportamiento que tenía mi primo en clase, el cual era un tanto disruptivo, acabó enfadándose con el profesor y no llegaron a ningún acuerdo. Yo le pregunté la razón, porque no la conocía. Ella me dijo que en cuanto llegó, el profesor estaba bastante cabreado y empezó ha hablar del niño con un tono elevado y agresivo, sin darle la oportunidad hablar. Como la situación continuaba, mi tía también se enfadó y empezó ha hablar de la manera que él: interrumpiéndole y elevando cada vez más la voz. Al final la conversación terminó y lo peor de todo es que no llegaron a ningún acuerdo.

En esta situación hay que analizar y reflexionar sobre algunos aspectos. Lo primero son las formas de iniciar la comunicación por parte del profesor teniendo en cuenta la finalidad del asunto: tratar de solucionar la conducta disruptiva de mi primo. Si comienzas la comunicación con una postura desafiante, tono elevado y sin dejar hablar al otro, lo más probable es que el otro se enfade y se comporte de la misma manera en que lo estás haciendo tú.
Otro aspecto a destacar es la falta de intención por parte del profesor en llegar a un acuerdo con el otro interlocutor para solucionar el problema; si de verdad quieres solucionar un problema, hay que actuar contribuyendo a su solución y no obstaculizándola, y comportarse de esta forma solo lo obstaculizará.

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En segundo lugar, el estilo del que habla es el modelo asertivo: existe comunicación entre ambos interlocutores, hay agradecimientos por parte del profesor y de los padres, hay empatía, comprensión y colaboración, y se proponen soluciones.


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Para este modelo pondré un ejemplo propio. Recuerdo que hace unos años fui a hablar con mi tutor porque había tenido problemas con otro profesor. Yo estaba bastante indignado y enfadado por la situación, pero le expliqué con calma lo que ocurría y mantuve una postura receptiva en todo momento. A mi tutor le impactó la situación, pero me escuchó en todo momento y me atendió debidamente. Al final, ambos llegamos a un acuerdo sobre lo que hacer ante esa situación.

En este ejemplo, se ve de forma clara el enfoque asertivo. Las formas de comunicarnos contribuyeron a la escucha activa y a la propuesta de soluciones al problema. Hubo respeto en todo momento y se buscaba llegar a un acuerdo por parte de ambos interlocutores.



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Para finalizar el tema, quiero considerar que lo más importante es no olvidarse del porqué quieres hablar con el profesor (o con los padres en el caso del docente): la comunicación debe servir para solucionar problemas y llegar a acuerdos mutuos que permitan la construcción conjunta de propuestas que sirvan para dirigir el desarrollo del niño por el buen camino.



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